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Propiedad Intelectual: Patrimonio intangible que trasciende en Revolución

Hace un siglo y tres décadas, proteger las creaciones de la mente despertó un interés universal, sembrando los cimientos para la defensa de la titularidad sobre el ingenio e intelecto literario y artístico

Para 1883, en la capital francesa se hizo patente la necesidad de salvaguardar internacionalmente las invenciones, marcas, dibujos, modelos industriales, modelos de utilidad, marcas de servicio, nombres comerciales e indicaciones geográficas, conduciendo a la suscripción del Convenio de París.

Mientras que en el ámbito cultural, nada menos que el escritor romántico, francés Víctor Hugo, se alzó como el precursor de la globalización de los derechos de autoría creativa en todos sus vértices. A través de su Association littéraire et artistique internationale, trazó la firma del Convenio de Berna en 1886, para proteger novelas, cuentos, poemas, obras de teatro, canciones, óperas, sonatas, pinturas, dibujos, esculturas y obras arquitectónicas.

Ambos tratados se aglutinaron en 1873 y constituyeron las Oficinas Internacionales Reunidas para la Protección de la Propiedad Intelectual (BIRPI), instancias que años más tarde evolucionaron a ente intergubernamental con sede en Ginebra, Suiza, bajo el nombre de Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), adherida en 1974 a la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Oda al talento creador

En el año 2000, los estados miembros de la OMPI acordaron fijar una fecha específica para conmemorar el Día Mundial de la Propiedad Intelectual, al coincidir con la entrada en vigor del Convenio que hizo posible su conformación, en 1970.

Desde entonces, cada 26 de abril se perfila como una cita mundial para el encuentro de inventores, creadores e intelectuales, así como de todos aquellos interesados en instar al respeto y reconocimiento de los derechos sobre el ingenio ajeno.

En Venezuela el Servicio Autónomo de Propiedad Intelectual (SAPI), se engalana en el contexto de esta celebración exaltando la intelectualidad soberana, elogiando el espíritu creativo y honrando la contribución de creadores e innovadores a la estabilidad económica de la Patria.

Y es que desde el 1° de mayo de 1998, en este ente adscrito al Ministerio del Poder Popular de Comercio Nacional, convergen todas las competencias del Estado en esta materia, con la misión de legislar en favor del desarrollo cultural, tecnológico, científico y técnico; brindar tutela jurídica sobre los derechos de creadores e investigadores venezolanos; además de facilitar mecanismos que garanticen el acceso al conjunto de trámites administrativos que comprende el Registro de Propiedad Intelectual.

El invento se reinventa

Asumiendo este compromiso y ante un panorama inédito signado por la pandemia global, el SAPI, durante este último año, ha apostado por la transformación tecnológica, con la implementación de plataformas digitales orientadas a la asistencia legal y transparente de sus usuarios.

Consonante con el lema “La PI y las pymes, para que las ideas lleguen al mercado”, impulsado por la OMPI este 2021, el ente dirigido por Ricardo Javier Sánchez, adelanta un esquema de mesas de trabajo con pequeñas y medianas empresas, en sinergia con un plan de acción que contempla registro, formación y asesoría gratuita a emprendedores, en aras de respaldar la cristalización de sus proyectos e ideas.

“Sólo con las armas nuevas, creativas, producto de los poderes creadores del pueblo, es que vamos a ir solucionando los problemas”, expresó el Comandante Hugo Chávez en 2010, como tantas de sus inequívocas profecías sobre un futuro palpable, convertido en una realidad histórica universal.

En la Patria de Bolívar, la autoría sobre el ingenio, la inventiva y las creaciones artísticas se concibe como un derecho natural, y este 26 de abril, el Servicio Autónomo de Propiedad Intelectual enaltece el ímpetu innovador del pueblo creador y su protagonismo en la epopeya revolucionaria, como baluarte intangible para el crecimiento sostenible nacional.