Multiétnica y pluricultural es la sociedad venezolana. Para quienes han asumido el arte como expresión creadora y liberadora de los pueblos, la salvaguarda de su ingenio es fundamental para blindar la identidad de la Patria.
El rescate de la cultura popular, sin duda, ha sido una de las principales conquistas de la Revolución Bolivariana. De allí que cada venezolano con el don de transformar ideas para inspirar emociones, cuente con plataformas sólidas para la defensa de sus obras visuales, audiovisuales, literarias, escénicas, dramáticas o musicales.
Este 13 de enero, a propósito del Día del Artista Nacional, el Servicio Autónomo de la Propiedad Intelectual (SAPI), adscrito al Ministerio del Poder Popular de Comercio Nacional, reafirma su compromiso con el desarrollo del arte en todas sus formas y expresiones.
Para exaltar la soberanía puesta en escena, el SAPI rinde tributo a los rostros de la cultura popular venezolana y se consolida como uno de los principales garantes de la protección de los derechos de autores intelectuales de prodigiosos materiales culturales.
Inalienables, inembargables, imprescriptibles e irrenunciables son las facultades morales de todos aquellos artistas acreditados por la institución, la cual otorga también otras disposiciones sobre la divulgación, reconocimiento, revelación, integridad, reproducción, distribución y transformación de sus composiciones.
Hecho en Revolución
“La Revolución, o es un hecho profundamente cultural, o no lo es”, afirmaba el Comandante Hugo Chávez durante una alocución en el año 2011, concibiendo a la cultura como un derecho social que abona el camino hacia el despertar de la consciencia y el resguardo de valores ancestrales para el fortalecimiento e integración de la República.
A través del SAPI, Venezuela no solo conjuga instrumentos jurídicos para avalar los derechos de autores y creadores a escala nacional, sino que además ha suscrito convenios y tratados desde la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI) para certificar su blindaje universal.
En 1982 se adhirió al Convenio de Berna para la protección de las Obras Literarias y Artísticas, mientras que en 1995 se convirtió en miembro de la Convención de Roma sobre la protección de los artistas intérpretes o ejecutantes, los productores de fonogramas y los organismos de radiodifusión.
Dentro y fuera del territorio soberano, la legitimación del ingenio, impulsada por los lineamientos del director general del Servicio Autónomo de la Propiedad Intelectual, Ricardo Javier Sánchez, estimula los poderes creadores de artistas de la Patria, cimentando las bases para fomentar la innovación cultural como potencia económica de la Nación.