La pandemia transformó la celebración de este año en un momento crucial para valorar la lectura y su impacto transformador en la vida de millones de personas en el mundo, que encuentran en los libros la posibilidad de superar el aislamiento, mientras se promueve el amor por la literatura.
La Asamblea General de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), anunció en 1995 la decisión de rendir un homenaje universal a los libros y a los autores. Desde la capital francesa, se dio a conocer la resolución que establece la celebración del Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, que cada 23 de abril renueva la invitación a descubrir el placer de la lectura.
Este año, los libros encuentran un lugar extraordinario para desplegar su influencia sobre un público en confinamiento, con escuelas cerradas y una creciente demanda de conocimiento, principalmente entre niños y jóvenes; configurando una oportunidad inédita para el acercamiento a escritores, dramaturgos y novelistas, cuya contribución al progreso social y cultural de la humanidad, puede ser divulgada sin restricciones, como obras protegidas por el Derecho de Autor.
En el país la certificación de estos derechos, sólo puede ser otorgada a través del Servicio Autónomo de la Propiedad Intelectual (SAPI), ente adscrito al Ministerio del Poder Popular de Comercio Nacional, y facultado por el Estado para el registro y protección de obras; así como, para el reforzamiento de los derechos patrimoniales y morales de los creadores.
Desde los inicios de la pandemia hasta la fecha, el SAPI ha otorgado más de 100 certificados de Derecho de Autor, beneficiando a intelectuales del país, como artistas, escritores, compositores, entre otros.
Es importante destacar, que el Derecho de Autor protege exclusivamente la forma mediante la cual las ideas del escritor son descritas, explicadas, ilustradas o incorporadas a las obras y de acuerdo con el artículo 25 de la ley vigente del ordenamiento jurídico, perdura toda la vida y se extingue solo a los sesenta (60) años, contados a partir del primero de enero del año siguiente a su muerte, e incluye a las obras no divulgadas durante su vida.
La extinción de los derechos de explotación de las obras, determina su paso al dominio público y estas podrán ser utilizadas, siempre y cuando se respeten los derechos morales del autor.
El acatamiento al principio legal de Propiedad Intelectual, permite a los autores y a los titulares de estos derechos, proteger sus contribuciones, ceder su uso y controlar la forma en que se emplean. Es así como un escritor autoriza a una editorial a utilizar su obra, contando con el respaldo necesario para definir las condiciones de pago, así como los límites de ese uso y la duración de esta licencia.
La industria editorial venezolana al igual que en el resto del mundo, actúan bajo acuerdos que varían según la gestión de estos derechos y pueden abarcar a escritores, artistas, diseñadores, fotógrafos, archivo de imágenes u otros editores. Estas cesiones o licencias especifican lo que el editor puede hacer y definen los límites establecidos por el titular de cada uno de estos derechos.
Por un país de lectores
El Centro Nacional del Libro (CENAL), fue creado a través de la Ley del Libro, publicada en la Gaceta Oficial N°. 36.189 de fecha 21 de abril de 1997. Adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Cultura de la República Bolivariana de Venezuela, acompaña los procesos creadores del pueblo en el ámbito del libro, la lectura y la producción literaria.
Desde el CENAL se desarrolla La Feria Internacional del Libro de Venezuela (FILVEN), considerado el evento más importante del país, destinado a promover la lectura y el encuentro de los lectores con el libro y sus escritores.